Los termómetros siempre han estado presentes en nuestras vidas y es que ya desde pequeños nuestros padres los usan en nosotros para saber si tenemos fiebre o nos encontramos bien. Es por ello por lo que a nadie le extraña que este tipo de dispositivos se encuentren en nuestras casas, con independencia del lugar en el que vivamos.
Si bien, con la aparición del coronavirus su uso se expandió a gran escala y, sin ir más lejos, todos los aeropuertos españoles controlaron con cámaras la temperatura de los pasajeros. Sin embargo, estas instalaciones no fueron las únicas que adoptaron estas medidas puesto que los organismos públicos, en sus zonas de acceso, también instalaron este tipo de dispositivos para controlar tanto a trabajadores como a visitantes. Y es que, como os decimos, los termómetros siempre formaron parte de nuestras vidas, pero con la llegada del Covid-19, su uso aumentó de forma tan exponencial que incluso por momentos, de determinados modelos, llegamos a estar al borde de la rotura de stock. Aun así, por suerte, en el mercado contamos con varios tipos de estos dispositivos, entre los que destacan:
- Termómetro digital. Estos son los termómetros más usados en el mundo de la medicina y se recomienda que, poco a poco, las personas sustituyan los de mercurio por estos, ya que no son tóxicos. Los digitales miden la temperatura mediante un mecanismo interno que capta energía a través de una resistencia. Posteriormente, esta energía se traduce en un impulso eléctrico que se conduce por un circuito hasta convertirse en una cifra que aparece en la pantalla. En este sentido, a nivel de usuario son los más fiables, exactos y económicos. Pueden utilizarse sin ningún problema tanto de manera oral, rectal o axilar. A los pocos minutos, en la pantalla aparece una medición muy exacta de nuestra temperatura corporal, detectando pequeñas variaciones incluso a nivel decimal.
- Termómetro de mercurio. El termómetro de mercurio o de vidrio es el más tradicional, aunque se recomienda que se sustituya por los digitales ya que estos son menos precisos y, además, el mercurio representa un peligro para el cuerpo humano. En cualquier caso, el funcionamiento se basa puramente en la física y los termómetros de mercurio consisten en un tubo sellado de vidrio con una escala de temperatura marcada y en cuyo interior hay una pequeña cantidad de líquido, generalmente mercurio, aunque para reducir la toxicidad se han utilizado otros. Sea como sea, la medición de la temperatura se consigue por las propiedades térmicas del líquido. Así, cuando el mercurio se expone a una variación de temperatura al entrar en contacto con nuestra piel, se dilata como reacción física a este incremento, o lo que es lo mismo, aumenta su volumen. Esto hace que el líquido dentro del capilar suba por la escala hasta llegar a un valor de temperatura acorde a la dilatación. Si bien, como os decimos, no son tan exactos como los digitales, pero siguen funcionando bien.
- Termómetro infrarrojo. A diferencia de los termómetros de mercurio y de los digitales, los termómetros infrarrojos permiten medir la temperatura de un cuerpo sin tener que entrar en contacto con él, tal y como nos recuerdan los expertos de Ibertronix, quienes trabajan en el día a día con este tipo de productos y, por ello, conocen mejor que nadie todos sus secretos. En este sentido, su funcionamiento no se basa ni en los cambios de energía en una resistencia eléctrica ni en las propiedades térmicas de un líquido, sino en las radiaciones que emitimos todos los cuerpos físicos. Así, el termómetro infrarrojo capta las variaciones en la radiación infrarroja que emitimos, la cual varía en función de cuál es nuestra temperatura. Por ello, cuando nuestra temperatura es superior a la normal, la radiación infrarroja también es superior, algo que detecta este instrumento. Además, convierte estas señales en una información que se expresa en forma de cifra en una pantalla.
Los termómetros de resistencia, unos de los más habituales en la industria
Los termómetros de resistencia se basan en las propiedades del platino y otros materiales como el cobre o el tungsteno cuya resistencia a la electricidad varía dependiendo de la temperatura a la que están expuestos. En este sentido, estos están hechos generalmente de platino, pues es el que mejor funciona para relacionar variación de resistencia eléctrica y temperatura. Se utilizan solo en industrias ya que son costosos y la medición que hacen es muy lenta, aunque permiten detectar variaciones sutiles hasta temperaturas de más de 3.500 °C, por lo que son muy útiles para saber, por ejemplo, la temperatura dentro de hornos industriales.